Esta mañana mientras desatendía en la matutina lección en la Universidad, me planteo quien soy yo.
Sí, en verdad...¿quién diablos seré? ¿estoy aquí por generación espontánea? Claro que no, pero constantemente asumimos nuestro rol en el universo como que aquí estamos, y ya está. Que somos una pieza mas del puzle, un elemento de la estructura, un grano de la playa entre millones, aunque no creo que esto sea así.
Mas allá de ser el engendro de nuestros padres, y mas lejánamente de nuestros abuelos, aparentemente poco mas nos concierne... pero para que yo esté aquí escribiendo estas líneas, dos personas se tuvieron que conocer, cada una de las cuales es producto de sus padres, y estos de los suyos... ¿Quién fué el bisabuelo de tu abuelo?...¿y el bisabuelo de este, y el abuelo del anterior?
Con esto no me quiero remontar al origen de los tiempos, para unos Big Bang, Adán y Eva, o el mismísimo Olimpo, la bebida ya me empieza a subir y me pienso pedir otra ronda.
Esto simplemente me recuerda a un posible antepasado mío, o tuyo... nuestro incluso, allá por el 1500, en una pequeña villa marinera norteña.
Amanece desde el horizonte de la costa.
Nos fijamos en una austera y húmeda casa del puerto con bigas de madera, y no muy simétrica. Venancio, conocido como Veni, hijo y nieto de pescadores, de profesión pescador, se levanta con el alba mientras su esposa aún duerme. Apenas es de día aún cuando con el frío de la mañana se pone en pié y toma lo poco que queda de la leche que le compró antes de ayer al lechero. El dinero escasea, hay que salir a faenar
Llega a puerto y se junta con sus cuatro compañeros de fatiga de todos los días: Cipri, Heli, Abel y Patiño, juntos preparan los utensilios de la chalupa para salir a faenar.
No apetece hablar a esas horas, tampoco hay mucho de qué, son gente joven recien casados, dudoso futuro para sus posibles hijos en su situación actual. Han crecido juntos y en los últimos tiempos viendo como les ahogan a impuestos para sufragar las batallas de las Españas, Américas y demás historias, de las cuales ellos nada conocen, siempre encerrados en su pequeña villa entre mar y montaña, viviendo de la pesca y con lo justo para sobrevivir.
Remo en mano hizan vela y salen cercanos a puerto con la esperanza de una buena labor.
Nos fijamos en una austera y húmeda casa del puerto con bigas de madera, y no muy simétrica. Venancio, conocido como Veni, hijo y nieto de pescadores, de profesión pescador, se levanta con el alba mientras su esposa aún duerme. Apenas es de día aún cuando con el frío de la mañana se pone en pié y toma lo poco que queda de la leche que le compró antes de ayer al lechero. El dinero escasea, hay que salir a faenar
Llega a puerto y se junta con sus cuatro compañeros de fatiga de todos los días: Cipri, Heli, Abel y Patiño, juntos preparan los utensilios de la chalupa para salir a faenar.
No apetece hablar a esas horas, tampoco hay mucho de qué, son gente joven recien casados, dudoso futuro para sus posibles hijos en su situación actual. Han crecido juntos y en los últimos tiempos viendo como les ahogan a impuestos para sufragar las batallas de las Españas, Américas y demás historias, de las cuales ellos nada conocen, siempre encerrados en su pequeña villa entre mar y montaña, viviendo de la pesca y con lo justo para sobrevivir.
Remo en mano hizan vela y salen cercanos a puerto con la esperanza de una buena labor.
A mediodía , la mujer de Veni, redera de profesión, concentrada en la ardua labor, no se da cuenta de que su marido acaba de atracar, regresando de la labor
-¿Qué tal, Veni?
- ...
Su cara lo decía todo, entre los 5 esa pesca no les daba ni para comprar una hogaza
Vuelven a casa, hoy no toca comer
Al anochecer topa con el viejo Agapito, lobo de mar, hombre de avanzada edad ya retirado, con el que solía conversar por las noches a pié de puerto. Le cuenta que esta misma tarde había avistado un pequeño ballenato cercano a puerto. Hacía mucho tiempo que no se avistaba uno por la zona, y eran muy bien pagados en grasa y carne.
Se levanta Veni por la mañana como cada día y se dirige a puerto. Hoy no hace buen día, hay mar de fondo y se avista una posible tormenta.
-Veni, hoy no salimos, la mar está mal-exclama Cipri
-Por supuesto que sí. Hay un ballenato rondando por la costa, y no podemos dejar que se nos escape, con eso tendríamos para muchas semanas, vamos a morir de hambre a este paso, malditos necios¡por dios!- dice exaltado Veni
Tras una fuerte discusión, Veni, ayudado por Patiño, hombre rudo y echado para adelante consiguen convencer a los demás y salen a la mar en busca de la valorada pieza
Pasada la hora y media siguen sin éxito, la mar se enfurece, comienzan los primeros rayos y gotas de agua, el mar arrecia y tira cada vez más para adentro, los tripulantes se empiezan a asustar, pues conocen bien la mar desde niños
Desde la pequeña chalupa que se tambalea, todavía se ve en la lejanía la iglesia de la villa
-Te lo dije Veni...Salve Dios Padre...
David Zaballa, atleta, escritor y mejor persona.
-¿Qué tal, Veni?
- ...
Su cara lo decía todo, entre los 5 esa pesca no les daba ni para comprar una hogaza
Vuelven a casa, hoy no toca comer
Al anochecer topa con el viejo Agapito, lobo de mar, hombre de avanzada edad ya retirado, con el que solía conversar por las noches a pié de puerto. Le cuenta que esta misma tarde había avistado un pequeño ballenato cercano a puerto. Hacía mucho tiempo que no se avistaba uno por la zona, y eran muy bien pagados en grasa y carne.
Se levanta Veni por la mañana como cada día y se dirige a puerto. Hoy no hace buen día, hay mar de fondo y se avista una posible tormenta.
-Veni, hoy no salimos, la mar está mal-exclama Cipri
-Por supuesto que sí. Hay un ballenato rondando por la costa, y no podemos dejar que se nos escape, con eso tendríamos para muchas semanas, vamos a morir de hambre a este paso, malditos necios¡por dios!- dice exaltado Veni
Tras una fuerte discusión, Veni, ayudado por Patiño, hombre rudo y echado para adelante consiguen convencer a los demás y salen a la mar en busca de la valorada pieza
Pasada la hora y media siguen sin éxito, la mar se enfurece, comienzan los primeros rayos y gotas de agua, el mar arrecia y tira cada vez más para adentro, los tripulantes se empiezan a asustar, pues conocen bien la mar desde niños
Desde la pequeña chalupa que se tambalea, todavía se ve en la lejanía la iglesia de la villa
-Te lo dije Veni...Salve Dios Padre...
David Zaballa, atleta, escritor y mejor persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario