lunes, 2 de marzo de 2015

La lucha sigue





Y el viaje siguió, tanto que nuestros simpáticos Mr Guau y Tiburcio junto con el despiadado Irrigorri se hallaban en un cruce de caminos en alguna parte del noreste de Arkansas, en el límite con los estados de Mississippi y Louisiana. El sol se reflejaba en el asfalto, el calor había derretido el alquitrán y tan sólo podían verse en el ambiente algunas esporádicas bandadas de pájaros junto alguna camioneta "Ford" de algún campesino de la zona. Irrigorri, al volante, se sentía cansado de tantos y tantos kilómetros de terreno llano, en un coche como era aquel "Cover", sin climatización y mucho menos aire acondicionado. Tan sólo las ventanillas bajadas y el incesante aleteo de los abanicos conseguían paliar la incómoda situación.
-Deberíamos parar en algún sitio a tomar una cerveza -espetó Mr Guau con un gesto de agobio.
-Yo no bebo alcohol -dijo rotundo Pedro Irrigorri, quien se había quitado el jersey, dejando ver su empapada camisa blanca.
-Bueno, pues un agua...o una CocaCola, qué se yo...esto comienza a ser agobiante- matizó Tiburcio, el caballo verde, que sudaba más parecido a un cerdo.
-Tenemos que llegar a Oxford, Mississippi. Allí tengo un amigo, su nombre es Phil Cassidy. Él nos ayudará a obtener armas y de ese modo liberar a mi hermano Tiburcio, tu dueño. ¿O prefieres ir a visitarlo al jodido cementerio? -gritó Pedro Irrigorri.
-Pero...¿Mi amo está aquí? ¿Está secuestrado? ¡Oh Dios mío! ¿Dónde está?
-Te dije que no querrías saber la verdad... Está secuestrado por los amigos rusos del jodido Petenyel. Están intentando vengar su muerte o algo así y claro, estos jodidos maricones van a por el más débil. No tienen cojones de ir contra mi. Los mataré con mis propias manos, sin necesidad de armas. Pero debemos estar bien provistos, son muchos y muy cabrones. Lo tienen en algún garaje de Oregón, eso es lo que me dijo McFlurry, el sheriff que estudió conmigo en la universidad, es quien ha estado ayudándome en todo esto. No como vosotros, sólo sabéis comer comida basura y reíros de todo. Ahora dejadme, no pararemos hasta que estemos en Mississippi. He dicho.

Irrigorri sube la música, se escucha una triste balada country. Al son de los violines y los banjos, Pedro acelera como queriendo adelantar el tiempo, estirarlo como una goma.
Phil Cassidy era un viejo colega de Irrigorri. Siempre que había necesitado armamento él se lo había conseguido, ilegalmente, pero conseguido. Antaño trabajaba en una armería junto a un tal Herman, quien por lo visto, debió estafarlo de la manera más rastrera, yéndose con todo el dinero a México y montando allí su propio negocio de hostelería. Phil Cassidy, había buscado por todos los Estados Unidos y México en busca de su exsocio, hasta que por fin, tras siete años con sus días y sus noches sin cesar de buscarlo lo encontró en su Hotel de Oaxaca matándolo de tres disparos en el cráneo. Después maniató y violó a su esposa hasta dejarla inconsciente y tras ello la obligó a casarse con él en Las Vegas, llevándola posteriormente a su rancho de Mississippi, donde viven juntos desde hace casi doce años. Pedro Irrigorri siempre ha dicho tener una gran fe en este hombre.

El estado de Mississippi no es muy diferente al de Arkansas en lo que a paisajes y vida ociosa se refiere. Mr Guau y Tiburcio, al atravesar la frontera, consiguen convencer a Irrigorri de que pare un momento en un supermercado 24h para coger un par de packs de cerveza y una botella de Bourbon. Así se les haría el viaje un poco más ameno, ya que Irrigorri no es, ni mucho menos, un gran conversador. El pedo fue brutal. Se cogieron una buena mierda, men.
Después de unos cuantos kilómetros más a lo largo del estado de la Magnolia por fin llegaron al despampanante rancho de Phil Cassidy. Se llamaba "The Rebel" (El Rebelde), quizá haciendo alusión al carácter de su indómito dueño. Y así es como aparentaba ser aquél cincuentón de aspecto tosco, larga barba rubia y coleta, gafas de sol y vestimentas vaqueras. Apareció con una amplia sonrisa hacia Irrigorri, quien lo saludó con la seriedad que lo caracterizaba.
-Jodido hispano, ¡Cuánto tiempo joder! Espero que estés bien y no hayas hecho mucho el hijoputa (amplia carcajada).
-Lo he intentado, pero ya sabes que no es fácil, Phil, el mundo está lleno de hijos de puta...

...TO BE CONTINUED...

miércoles, 21 de enero de 2015

Al son del polvorete















Tras todas las sinuosas curvas que dieron para subir el puerto de montaña por el que pasaba su ruta, hicieron stop al anochecer en aquel recóndito pueblo de montaña. El mas elevado de la comarca, apenas habría unas 20 casas.
A medida que aminoraban la velocidad para adentrarse en la primera casa del pequeño pueblo ven un cartel colgando entre dos casas: "Fiestas del carmen de Talledo"
Casualidad que eran las fiestas de ese pueblo, ya se sentía el aroma del chorizo a la brasa y ya se veía a las gentes haciendo cola para el aperitivo, al son de la música de romería
-Hay que mirar a donde está el albergue, en el mapa pone que aquí hay uno-dice Pedro Irrigorri
-Coño Pedro, ¡que tenemos farra y todo en este pueblo del culo del mundo!-Mr.Güau dice sorprendido
-A mi no me gusta la fiesta, no fumo, no bebo y mucho menos bailar. Para mi la noche solo es para una, las matemáticas... bueno y las señoritas, pero eso no es asunto de nadie- Dice Cortante Irrigorri
-Anda Pedro... ¡por favor! lo hemos pasado fatal estos dias, deja que nos relajemos un poco y cambiemos de rollo... un poco de música y baile no nos va a hacer daño, y mañana seguimos con la búsqueda-Dice el caballo verde Tiburcio, el mas infantil de ese vehículo, pero a la vez el mas convincente y conmovedor
-Eso es Tibur, hazte caso Pedro que las fiestas rústicas son las mejores-Anima Mr.Güau
-En fin... que confusión... vaya... haced lo que querais, aparca el coche por ahí que yo me quedaré durmiendo-finaliza, agotado, Pedro Irrigorri
-De puta madre, vamos Tibur a pillar algo de papeo y priva-saliendo Mr. Güau del cover a toda prisa
En la diminuta plaza, había una carpa en la que servían la comida y bebida, en el otro extremo estaba un pequeño camión verbena animando el espectaculo, se podía leer: "Espectáculos Raspu" 
El tal Raspu animaba la fiesta, era una especie de discjockey que con una guitarra de pega entonaba pésimamente la cancion "el gallo sube"
Tiburcio y Mr. Güau por su condición animal encajaban bien en ese tipo de fiestas rústicas. La fiesta se iba animando y la bebida iba subiendo, un tal Perales del que se hicieron amigos les trajo buen yerbón puro de un prado de ahí al lado, no era media noche y el colocón era de los gordos. Raspu agarra el micro e intercalando música con voz:
-Bueno bueno Talledo... e jeje (paquito el chocolatero(8)...) la fiesta se va animando... e jeje¡vamos a elegir al Mister Talledo 1999!(Héy, hey, hey(8)...) así que los que querais prestentaros... id subiendo al escenario mozos jeje!
-¡Vamos Güau vamos!-galopa subiendo al escenario Tiburcio, a green horse (el caballo verde)
-Nah... yo paso, te veré haciendo el ridículo mientras apuro mi fly
Los candidatos fueron subiendo hasta ser unos 10, todo hay que decirlo no muy agraciados, un poco paletos y descamisados. Tiburcio destacó entre todos, mas que nada por ser un caballo verde, con lo cual fué elegido ganador por la multitud rural
-¡Bueno buenooo! parece que ha salido ganador del concurso este único en su especie caballo verde -emite Raspu- y para el va a ser el premio: 100 gramos de coca de la buena, cultivada en una ladera de por aquí! Tómatela agusto, aquí ni llega Guardia Civil ni nada... ejejeje...  (pss, pero dame un poco a mi)
Tiburcio, popular ya entre la treintena de personas de la fiesta, se fué al establo mas cercano a aparearse con hermosas yeguas, acabandose entre pecho y espalda la nieve del premio
Mr. Güau probó suerte pero no le cundió esta vez, así que se unió con Raspu a una rápida de mus nocturna en la que se jugaban unos kilos de alfalfa, mientras se acababan todas las botellas e iban pasando las horas...
-Se acabó la fiesta
-¿Ya? venga, un poco mas hombre, Víctor, que estamos aquí de puta madre echando 
unas partidas...-Dice totalmente ebrio ya Perales
-No
-Pues nada, ya sabes Mr. Güau, estos de la comisión de fiestas son así... a dormirla se ha dicho
Amanece, Mr. Güau se despierta en un nicho del cementerio, y Tiburcio encima de dos yeguas, con un estupor y dolor de cabeza de los de campeonato
Irrigorri les espera de pié , hay que continuar con el viaje

...TO BE CONTINUED...

Dave Zabakia: caracter equino, no lo olvides

lunes, 12 de enero de 2015

Irrigorri, fe en el caos.



El viejo "Cover" está pintado a parches, aunque varios puntos de la carrocería está tan desgastada que recuerda el papel de fumar. Mr.Guau conduce con un inaudito estilo y control para ser un cánido, mientras Tiburcio va apurando las caladas de un bong de marihuana, verde, como él. Pedro Irrigorri, ese sujeto tan siniestro y frío se encuentra en el asiento trasero tecleando sistemáticamente su calculadora de bolsillo, la cuál lleva a todos los sitios, como intentando buscar en las matemáticas la solución para sus problemas.
-Todo puede ser representado mediante números- fueron sus únicas palabras durante aquel extraño viaje sin rumbo.
Mr.Guau y Tiburcio no podían disimular la tensión que abigarraba sus cuerpos. El mismo hombre que tenían detrás acababa de asesinar sin gesticular, manchándose su gabardina de sangre pero sin importarle, a Dimitriy Petenyel, uno de los hombres más temidos de todo el condado. Un auténtico macarra sin escrúpulos. Sin embargo, aquel hombre alto y desgarbado llamado Pedro era diferente a todos aquellos asesinos que, aquel perro y caballo, habían conocido a lo largo de su carrera criminal. Irrigorri no utilizaba palabras malsonantes, no era agresivo en sus actos, de hecho parecía un hombre sereno, culto y de lo más educado. Tiburcio el caballo verde y Mr.Guau el perro no se atrevían a preguntarle nada. ¿Sería aquel extraño sujeto su nuevo jefe? En aquel coche tan sólo se oía el ruido del cada vez más destartalado motor y el viento entrando a raudales por las ventanillas. El asfalto parecía resbaladizo y helado en aquella estrecha carretera de pronunciadas curvas y quitamiedos de piedra.
-Escuchadme atentamente. Tan sólo lo diré una vez -rompió espontáneamente el silencio Pedro Irrigorri.
Tiburcio y Mr.Guau se quedaron de una pieza al escuchar aquella voz grave y perfectamente inteligible.
-A partir de ahora seremos compañeros, lo cual no quiere decir amigos, pero si fieles compañeros a los que exijo lealtad, respeto y sobre todo, insisto, fidelidad. Os estaréis preguntando quien soy y por qué he matado a la cucaracha eslava que teníais por jefe, si es que a alguien tan sumamente drogadicto y desorganizado se le puede atribuir tal honor. Bien. Yo he venido aquí a salvaros. Me llamo Pedro, y ese es mi único nombre, no tolero que se me llame de otro modo, de lo contrario...ya habéis visto lo que podría acontecer. ¿Estamos? (los animales callan, se oye un trago de saliva). Bien. Vengo por orden de tu dueño, Tiburcio, del mismo nombre. (Tiburcio, ese hermoso y fuerte caballo verde relinchó con la alegría de un potro salvaje cuando ve una fuente, con la ilusión de un niño al que le acaban de regalar la última consola)
-En...¿En serio te envía mi dueño? ¿Dónde está? Llevo sin verlo años. Pedí millones de veces a Petenyel que me reuniese con él, hasta le propuse favores sexuales, mas siempre se negó.
-Eso tiene fácil explicación, caballo. Resulta que tu dueño, el viejo Tiburcio ha estado cerca de cuatro años secuestrado en un zulo del monte por estos desalmados que decían ser tus jefes y benefactores. Con nada más que pan y agua para llevarse a la boca. Y eso ocurrió porque conmigo no podían, y tenían que ir a por el débil. Ellos eran unos malditos cobardes, por eso ahora están muertos. -sentencia Irrigorri.
-Pero...no entiendo nada. ¿Por qué secuestran a mi dueño? Es un humilde agricultor, con una pequeña casa y una cuadra aún menor. Y... ¿Y qué tiene que ver contigo? Esto es muy raro.
-Tiburcio es mi hermano mayor -soltó a bocajarro Irrigorri con el semblante muy serio.
Mr.Guau y Tiburcio se miran boquiabiertos y, de repente, se sienten mucho más seguros en aquel coche.
-Tiburcio debía tener unos quince años cuando yo nací. Él ya trabajaba en el campo, de sol a sol, para ver cuatro duros. Nuestra madre murió en mi parto y nuestro padre estaba demasiado ocupado en las tabernas. El único que luchaba por aquella casa era Tiburcio, tu dueño. Él me sacó adelante, me crió con leche de cabra y buena carne de ternera. Tiburcio tenía la obsesión de que yo fuese alguien, de que estudiara y no me quedase en el campo como él por una miseria. De manera que, con el dinero que había ido ahorrando poco a poco me  envió a un prestigioso colegio sacerdotal, donde el padre Juankhar fue mi mentor hasta mi mayoría de edad. Aunque a Juankhar le hubiera gustado que siguiese sus pasos como sacerdote yo me decanté por el mundo de las ciencias, en especial las ciencias exactas, ya que sufrí una profunda crisis espiritual de la que el pobre padre Juankhar, bendito, no me pudo sacar. Fui subiendo como la espuma hasta que conseguí cursar matemáticas en la universidad, y fue allí precisamente, donde sentí mis primeros deseos de matar, de quitar vidas. Es que a ver, había tanto subnormal suelto por aquellos pasillos, con sus bromas y sus confianzas, que tuve que clavar más de uno y dos lápices en yugulares. Yo soy así. Un hombre serio, no tolero las confianzas, ya que yo no se las doy. Sólo respeto a mi familia. A mi familia y a las matemáticas.
Mr.Guau y Tiburcio escuchaban con sumo interés aquella confesión de su nuevo jefe. Era el hermano de Tiburcio y no tenían nada que temer. Sólo tenían que ser respetuosos, medir sus palabras y, sobre todo, nada de bromas. Era Pedro Irrigorri un hombre recto como una vara de avellano.
Amanecía justo cuando Irrigorri calló y comenzaron a verse las primeras viviendas de un recóndito pueblo de montaña. En el cartel de entrada se podía leer "Talledo".
-Nos hospedaremos aquí mismo - vaticinó el singular matemático.

...CONTINUARÁ...

Serdrës, un Lunes cualquiera no sabes que hora es.